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LIMA, LIMA, Peru
Experiencia Profesional 30 Años al servicio del Magisterio Peruano, Trabajo actualmente en la I.E. Nº 6065 Perú-Inglaterra Villa El Salvador - LIMA, Bachiller en Administración de Empresas Escuela Tecnológica de Administración - ETA, Licenciado en Educación Universidad "José F. Sánchez Carrión" HUACHO - LIMA, DIPLOMADO EN GESTIÓN EDUCATIVA UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS - UAP, ESTUDIOS CONCLUIDOS DE MAESTRIA EN GESTIÓN EDUCATIVA UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO - UCV

sábado, 5 de febrero de 2011

EDUCACION, CULTURA Y ARTE ¿SON UN LUJO O UNA NECESIDAD?

Por: Lic. José Santos Castro

Educación, cultura y arte son tres conceptos distintos pero íntimamente vinculados. Definiéndolos, entendemos por Educación la acción de transmitir a los seres humanos las enseñanzas que requieren para el desarrollo de su inteligencia y carácter. Con arreglo al contenido, consideramos que el conjunto de conocimientos no-especializados deviene en cultura al ser asimilado por el ser humano, enriqueciendo su discernimiento y capacidad de razonar, mediante la precepción de la esencia de las cosas y la conversión del acopio de información en un producto individualizado con expresión propia.
Con arreglo a su concepción y transcendencia definimos por arte, como la actividad humana encaminada a transmitir vivencias y el contenido espiritual de su tiempo a través de palabras, signos, sonidos, movimientos y manifestaciones de sus creadores e intérpretes, que enriquecen el proceso anímico de los espectadores, lectores y oyentes. Hendrik Willen Von Loon, señala que “el arte es tan viejo como la raza humana y constituye una parte integrante del hombre, como los ojos o los oídos, o como el hambre o la sed”, para después agregar que “no existe raza-no importa lo alejada que se hallare del centro de la civilización-que este desprovista completamente de alguna forma de expresión artística”; y termina diciendo “que por esto debe entenderse que el arte es universal”.
Educación, cultura y arte, al estar vivificados por valores esenciales, superiores, animan positivamente el comportamiento humano. De ahí que su importancia sea axiomática.
El proceso de decadencia y empobrecimiento que padece el Perú obedece, entre otras carencias, a la falta de valores superiores en la Educación, lo cual a su vez ha afectado a la cultura. El avance material, cuando no está configurado por los ideales que animan a la nación, se traduce en obras ajenas a esta, vacías de personalidad que las identifique con su historia y el sentir y quehacer de sus pobladores.
Los vestigios de nuestro pasado precolombino revelan una riqueza espiritual, que por su calidad ha trascendido en el tiempo. Este proceso cultural se vio afectado por el apetito de riquezas materiales de los conquistadores, cuyo interés en poseerlas condiciono e influyó negativamente su incremento en el Perú. Posteriormente, su desarrollo ha estado lamentablemente ceñido al predominio de la codicia, del dinero con un fin en sí. Esta correlación nefasta explica cómo, a pesar de haber florecido en nuestro país en el pasado una de las principales culturas, en las subsiguientes etapas históricas las manifestaciones culturales han sido débiles y aisladas, salvo pocas excepciones valiosas. En general, puede afirmarse que nuestros gobernantes olvidaron que la Educación y el arte son elementos esenciales en el desarrollo cultural de una población, y que estos también tienen conexión con la solución de sus problemas vitales.
El arte es expresión de la espiritualidad de un país y así, de su sentir y grandeza. Por el contrario, su prescindencia contribuya a considerar indebidamente en la jerarquía de valores-como bienes supremos y por tanto de forzosa urgencia en su satisfacción-, a necesidades materiales que conllevan a desatender el nivel cívico y cultural de la población. Sin reparar en ellos, los políticos vienen otorgando equivocadamente la primacía absoluta al materialismo en nuestro país, hasta el extremo de considerar a la educación humanística, a la cultura y a sus frutos, como lujos innecesarios, como algo de lo que puede prescindirse. ¡Que falta tan terrible de visión y grandeza! De ahí que consideran al docente el malo de las películas y no como uno de los actores principales del proceso de Educación. Cita Fernando de Szyszlo –“Los hombres deben comer, beber, alojarse y vestirse antes de que ocupen de política, arte, de ciencia o de religión…”. Esta errónea graduación de las prioridades ha influido e influye tan marcadamente, que ha terminado por afectar la libertad, los ideales y por ende, los procesos cotidianos del accionar de nuestro país. La difusión generalizada de esta actitud ha contribuido a la des-culturización, a la carencia de valores espirituales, a la decadencia de nuestras ciudades y modo de vivir, a la conducta incivil de nuestra población, a la ausencia de demanda colectiva por el quehacer artístico y a la falta de estímulo para la creación y existencia de bienes culturales.
Como ha puntualizado Emilio Adolfo Westphalen, “una obra de arte dentro de una cultura, y en la vida del individuo, ha estado siempre destinado a llenar una función, una necesidad”. Planteamiento que completa diciendo: “en otras oportunidades hemos insistido en esta concepción del arte como componente imprescindible de lo que entendemos por condición humana”.
La desvalorización de la importancia del arte en el proceso de una nación, no mirar origina, entre otros males, que su población pierda valores esenciales, superiores, e incurra en un proceso generalizado de corrupción, como ha sucedido en el Perú. Frutos de esta ausencia de ideales son, además, la falta de libertad, el atropello, la inexistencia del respeto por el derecho ajeno, la degeneración en las costumbres y otras conductas que atestiguan la primacía egoísta del interés particular sobre el del país. Obsérvese que, por el contrario, la grandeza de otras naciones está marcada la presencia de poblaciones culturalmente ricas, donde el arte ocupa una posición preeminente. Insistimos, ¡Que error tan grande, tan trágico, que en el Perú se haya considerado a la cultura y al arte como un lujo del cual puede prescindirse! Kenneth Clark, en su obra Civilisation señala que las “grandes naciones han escrito su autobiografía en tres manuscritos: el libro de sus acciones, el libro que leamos los otros dos, pero de los tres el único seguro es el último”.
Para que un pueblo pueda gozar de sentimientos de solidaridad, e incluso de bienestar y desarrollo material, es necesario e ineludible alimentarse de valores espirituales, fomentados a través del arte y la cultura que dignifica a las personas.
Nuestra legislación es el exponente visible de esta política errática en relación con el arte, los bienes culturales y el ennoblecimiento de las personas a través de la educación. Entonces, la pobreza de nuestro quehacer cultural y la existencia de una población inculta lo explica; no solo la falta de recursos económicos, sino también la postura y accionar de nuestros políticos, dirigentes, líderes y empresarios. Pero la gran mayoría de quienes tienen la responsabilidad y posibilidad de actuar, han ignorado el valor, significado y la importancia que, en general, para la población tiene la cultura y el arte. Resultado tangible de las insuficiencias que subrayamos fue lo que Sebastián Salazar Bondy, con rabia y tristeza, llamo hace 40 años “Lima la horrible”. Hoy, no sabríamos como calificar a nuestra capital, pues incluso ha sufrido todavía un mayor deterioro y está completamente tugurizadas, a pesar del esfuerzo que con gran valentía viene realizando La alcaldesa Susana Villarán, así como el de los demás distritos de Lima.
La pobreza material y espiritual que existe en el Perú, es pues el resultado de la ignorancia. La incultura y el saqueo de nuestro pueblo, es fruto de la destrucción de su espíritu y de su entendimiento por falta de educación. Ello explica porque como los hombres, mujeres y niños en la costa, en la sierra y en la selva, viven la desolación como una dimensión autentica de su existencia”. Esclarece igualmente por que no ha terminado de amalgamarse el mestizaje cultural creativo y la existencia de nuevos valores nutridos en los primigenios que permitan finalmente construir nuestra identidad. Solo el arte dotado de la estructura anímica resultante de la educación y de los valores propios validos de esta sociedad mestiza, podrá generar nuevos frutos, nuevos testimonios de libertad y vivencias y así una nueva esperanza.
El Perú indudablemente no puede ni debe continuar atado a una axiología materialista de valores, producto de la falta de conocimientos. Para superarla, debe procederse a dictar medidas en favor de la cultura, el arte y una educación que las propicie. Pero con un congreso de la Republica, progresista, culto y respetuoso del Magisterio.