Francisco de Borja y Aragón, el Príncipe de Esquilache. Dibujo: Evaristo San Cristóval.
En el libro "Corte de Virreyes" (PUCP, 2006) del historiador Eduardo Torres Arancibia encontré datos muy interesantes sobre uno de los virreyes más corruptos de la etapa colonial: el virrey Francisco Borja y Aragón, más conocido como el Príncipe de Esquilache, quien gobernó el Perú entre 1615 y 1621.
A pesar de no tener experiencia de gobierno, sus vínculos familiares con la corte del rey Felipe III le permitieron ser nombrado Virrey del Perú a los 38 años de edad.
Llegó a Lima con un séquito de 174 personas entre parientes, asesores y criados. Inmediatamente comenzó a destituir a buena parte de los funcionarios nombrados por el Marqués de Montesclaros, el virrey saliente. Los cargos pasaron a manos de sus allegados. A lo largo de su mandato ratificó en sus puestos y otorgó empleos solo a los que le entregaban costosos regalos o dinero en efectivo a él, su esposa o sus amigos.
De esta manera el Príncipe de Esquilache armó una clientela corrupta y codiciosa dispuesta a obedecer todo lo que ordene el tirano.
En el libro "Corte de Virreyes" (PUCP, 2006) del historiador Eduardo Torres Arancibia encontré datos muy interesantes sobre uno de los virreyes más corruptos de la etapa colonial: el virrey Francisco Borja y Aragón, más conocido como el Príncipe de Esquilache, quien gobernó el Perú entre 1615 y 1621.
A pesar de no tener experiencia de gobierno, sus vínculos familiares con la corte del rey Felipe III le permitieron ser nombrado Virrey del Perú a los 38 años de edad.
Llegó a Lima con un séquito de 174 personas entre parientes, asesores y criados. Inmediatamente comenzó a destituir a buena parte de los funcionarios nombrados por el Marqués de Montesclaros, el virrey saliente. Los cargos pasaron a manos de sus allegados. A lo largo de su mandato ratificó en sus puestos y otorgó empleos solo a los que le entregaban costosos regalos o dinero en efectivo a él, su esposa o sus amigos.
De esta manera el Príncipe de Esquilache armó una clientela corrupta y codiciosa dispuesta a obedecer todo lo que ordene el tirano.
TOMADO DEL BLOG: AMAUTACUNA DE HISTORIA