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LIMA, LIMA, Peru
Experiencia Profesional 30 Años al servicio del Magisterio Peruano, Trabajo actualmente en la I.E. Nº 6065 Perú-Inglaterra Villa El Salvador - LIMA, Bachiller en Administración de Empresas Escuela Tecnológica de Administración - ETA, Licenciado en Educación Universidad "José F. Sánchez Carrión" HUACHO - LIMA, DIPLOMADO EN GESTIÓN EDUCATIVA UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS - UAP, ESTUDIOS CONCLUIDOS DE MAESTRIA EN GESTIÓN EDUCATIVA UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO - UCV

domingo, 17 de octubre de 2010

CORRUPCIÓN EN EL VIRREINATO

Casa del Oidor, en el centro de Lima, Perú. Foto: Edgar Asencios.


El virrey Francisco Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache (1615-1621), uno de los gobernantes más incapaces y corruptos de la etapa colonial.
Apenas llegó al Perú destituyó a muchos funcionarios para otorgar los cargos públicos a sus allegados y a quienes mejores obsequios le entregasen. El historiador Eduardo Torres Arancivia nos cuenta que Martín de Acedo, camarero mayor del virrey, se encargaba de recibir los suntuosos regalos y las fuertes sumas de dinero de quienes pretendían ser nombrados en los puestos públicos, especialmente en el lucrativo puesto de corregidor.
Algunos de los casos mencionados por Torres Arancivia en su obra Corte de Virreyes. El entorno del poder en el Perú del siglo XVII (PUCP, 2006) tenemos:
- Gerónimo de Loayza (homónimo del primer Arzobispo de Lima) le obsequió una fina cadenilla de oro al virrey para que se le permita fundar un nuevo obraje (centro textil).
- Enrique del Castrillo le entregó "algunas alhajas" para ser nombrado Capitán de Gentiles Hombres Lanzas y Arcabuces.
- Pedro de Jaraba entregó seis mil pesos en botones de oro para recibir el nombramiento de corregidor de Canas y Canchis.
- Hernando de Aguilera se desprendió de una vajilla completa de oro y plata al obtener el cargo de corregidor de Azángaro.
La esposa del virrey, Ana de Borja, también recibía costosos obsequios para influir en los nombramientos. Por ejemplo, un nuevo gobernador de Chile, Lope de Ulloa, le agradeció sus servicios haciéndole llegar tres barras de plata.
En aquellos tiempos el virrey tenía potestad de hacer nombramientos, pero la Corona ordenaba que se haga considerando los méritos de los candidatos. Lamentablemente, para el Príncipe de Esquilache "no había más regla ni ley que la de su gusto".
TOMADO DEL BLOG: AMAUTACUNA DE HISTORIA