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LIMA, LIMA, Peru
Experiencia Profesional 30 Años al servicio del Magisterio Peruano, Trabajo actualmente en la I.E. Nº 6065 Perú-Inglaterra Villa El Salvador - LIMA, Bachiller en Administración de Empresas Escuela Tecnológica de Administración - ETA, Licenciado en Educación Universidad "José F. Sánchez Carrión" HUACHO - LIMA, DIPLOMADO EN GESTIÓN EDUCATIVA UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS - UAP, ESTUDIOS CONCLUIDOS DE MAESTRIA EN GESTIÓN EDUCATIVA UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO - UCV

jueves, 5 de abril de 2012

Veinte años después del 5 de abril

Acto fundacional y tumba política del fujimorismo.

Cuando a Lin Piao le preguntaron por el significado de la Revolución Francesa, respondió que aún era prematuro para opinar. Dos décadas no serían nada en esa perspectiva, pero el periodista es historiador del presente y no hay excusa para eludir, hoy, un balance del autogolpe del 5 de abril de 1992 que este jueves cumple veinte años.

Ocurrió un domingo por la noche, después de los programas dominicales cuando aún eran políticos.

Alberto Fujimori anunció en cadena nacional que iba a “disolver, disolver” el Congreso aludiendo a supuestos obstáculos que impedían resolver los problemas dramáticos del momento: la crisis económica y el terrorismo.

Sin saberlo, pues hoy es claro que entonces ya se había puesto en manos de su compinche Vladimiro Montesinos, Fujimori se volvió un iniciador de las autocracias competitivas en la región, las que llegan al poder por la vía democrática pero, una vez ahí, se instalan con la pretensión de quedarse para siempre, simulando que cumplen las reglas pero rompiéndolas a su favor, como hoy ocurre en Venezuela, Ecuador, Bolivia o Nicaragua.

La mejor expresión del fracaso del 5 de abril es que, veinte años después, nadie sensato defiende el autogolpe, salvo sus promotores que están en la cárcel por corruptos y asesinos –como lo estableció la justicia en procesos impecables–; los fujimoristas más tercos; y unos ganapanes que se ganan la vida como voceros mediáticos de la derecha bruta y achorada.

Esto no implica desconocer los logros cruciales para el país que trajo el fujimorismo: control de la hiperinflación e inicio de la reforma económica que sentó las bases del esquema que perdura hasta hoy con resultados que deben ser perfeccionados para conseguir la ansiada inclusión social pero que son notables; desarticulación del terrorismo; o la paz con Ecuador.

Estos constituyen hechos que, junto con todo lo realizado en la década siguiente por los gobiernos democráticos, han contribuido al establecimiento de un país como el que hoy tenemos, con una perspectiva notable a diferencia del colapso que enfrentábamos hace dos décadas.

Pero el 5 de abril no era necesario para eso pues todo lo hecho se pudo hacer perfectamente en democracia. En realidad, el 5 de abril no se hizo para resolver la crisis económica o para combatir a Sendero Luminoso, sino para gobernar sin control y poner en marcha la corrupción más profunda que se haya visto en el Perú.

El 5 de abril es la fecha fundacional del fujimorismo como corriente política pero es, al mismo tiempo, su tumba política pues esa fecha no está asociada a los logros que sí consiguió el fujimorismo, sino a la corrupción y al asesinato, que es la razón por la que están presos Fujimori y Montesinos.