Por: César Lévano
El mensaje presidencial de ayer fue un popurrí de cifras, con los elocuentes silencios que habíamos previsto. Demostró, además, la decadencia de la oratoria.Allá por los años 30 del siglo pasado, el APRA ridiculizó un mensaje de 28 de Julio del dictador Oscar R. Benavides, afirmando que éste había dicho: “mi gobierno ha construido 500 kilómetros de carretera, 250 de ida y 250 de vuelta”. Era una crítica al detallismo en los mensajes de Benavides.El mensaje presidencial de ayer ha sido una enumeración caótica de obras realizadas por cada uno de los ministerios. Una lista de lavandería, un acta burocrática. Ninguna apertura a las reformas que el país necesita de urgencia: lucha, no declamaciones, contra la corrupción (el presidente se blinda a sí mismo, y protege a sus cómplices notorios, como Jorge del Castillo); atención a la Educación, cuya crisis no se remedia con evaluaciones a los maestros sino con reformas de fondo y aumento sustancial de presupuesto; mejora en la salud, cuyo estado no se alivia con medidas demagógicas, como la del aseguramiento universal.¿Cree realmente García que con 163 millones de soles se podrá atender a 8’700,000 personas de Lima y Callao? ¿Considera que para eso bastan los 20 nuevos hospitales que “se vienen construyendo”? ¿No ha recabado información sobre las limitaciones en la atención, los medicamentos y el equipo médico en hospitales y policlínicos de Essalud?¿Por qué calló sobre los niños que mueren de frío en Puno y aun en Lima?El mandatario anunció mejoras salariales para la policía y las Fuerzas Armadas; pero no precisó cifras. Calló sobre los salarios de hambre, con los estancados 550 soles mensuales de salario mínimo. Omitió asimismo la anulación de la jornada de ocho horas, que se ha suprimido en los hechos y se ha convertido en jornada de 12 o 14 horas, particularmente en empresas Chilenas. Exageró sobre la creación de nuevos empleos; mas nada dijo sobre los despidos masivos contra dirigentes sindicales o simples afiliados a sindicatos. Quizá los nuevos puestos de trabajo son los creados para militantes apristas ineptos, incluso en el Banco de la Nación.El presidente ocultó meticulosamente los conflictos y las matanzas de la selva, que él ha fomentado con su doctrina expoliadora de “El síndrome del perro del hortelano”.Sobre el problema del gas, que angustia al país, recurrió a un escamoteo, revestido de aparente concesión. Dijo que se va a negociar la mejora en las regalías; pero calló sobre las exportaciones que ocurren mientras escasea dramáticamente el combustible para la industria, el transporte y los hogares. En suma, el triunfalismo, las inexactitudes y los silencios de García han sido un esfuerzo propagandístico para su candidatura en 2016. Una ambición exagerada.
Tomado del diario La Primera