Tuve el privilegio de conocer a la Sra. Marilú Martens, hoy ministra de Educación, en el otoño del 2011, poco antes de que asumiera su mandato el ex presidente Ollanta Humala. Visité con ella el Colegio Mayor (CM) en Huampaní, una experiencia que me llenó de optimismo, entonces, respecto al futuro de la educación pública de nuestro país.
JUAN JOSE GARRIDO |
Martens puso su conocimiento técnico y de gestión para desarrollar un modelo de educación de alta calidad. Cierto, los CM son islas que aprovechan recursos casi ilimitados; en ellos, los alumnos conviven en espacios de primera, con profesionales calificados, con la mejor tecnología disponible; son elegidos en un sistema meritocrático y, por todo ello, son lo mejor de nuestro sistema nacional recibiendo la mejor educación posible. Si de costos se trata, su educación cuesta casi 10 veces lo que nos cuesta un alumno regular.
Pero el fin de dicho ejercicio era aprender y romper paradigmas. Para empezar, quitarnos de la cabeza que no somos capaces de otorgar educación pública de buena calidad. Recuerdo que en una de las clases me encontré con un diálogo sobre la epistemología popperiana, ¡nada menos!
En mi opinión, la Sra. Martens es una excelente designación; el reto, pienso, se encuentra alrededor de cómo extender dicho modelo, a un menor coste, a la mayoría de alumnos de los colegios públicos peruanos. Para ello, deberá aprovechar lo aprendido en los CM (que la ex ministra nacionalista Patricia Salas quiso cerrar, por increíble que parezca), pero también mirar a la iniciativa privada de bajo coste, algo que la gestión de Jaime Saavedra no supo aprovechar. La educación privada ha crecido a lo largo de los centros urbanos como respuesta a la bajísima calidad del sistema público; por supuesto, en ella existe mucha diversidad (heterogeneidad, que le llaman), pero hay que saber separar la paja del trigo y aprender de los buenos ejemplos, que los hay y a mucho menor costo que el promedio público. Ojalá esta nueva administración mantenga lo bueno y mejore, entonces, los espacios dejados de lado.