Las salidas de la izquierda
Ensayando la ironía que le sale tan bien, aunque no sirva para mucho, Carlos León Moya ha clasificado a la izquierda en una junta “vergonzante y comodona” pero con plata, frente a un grupo coherente, pero marginal y sin plata. Son imágenes, como la de los septuagenarios abrazados a Simon para acercarse al centro. Si uno entiende todo el problema desde esta perspectiva, desaparecen la concentración mediática; los candidatos ya implantados en las encuestas; el papel diferenciado del gobierno con su supuesta oposición que cierra las alternativas; y hasta el outsider de derecha inventado para tapar todos los resquicios.
Las diferencias se reducen a Yehude y sus lazos con el centro, la marginalidad de los coherentes y el supuesto que unos tienen plata y otros no. ¿Será verdad que estos son todos los problemas? Voy a decir lo que pienso. Si bien no me gusta el concepto de “centro izquierda”, por los contenidos ambiguos que siempre lo han rodeado, lo que es claro es que en el escenario del 2016, no sólo Tierra y Libertad es marginal, sino toda la izquierda, y que una de sus responsabilidades es precisamente resolverla sobre la marcha para tratar de representar a la parte del país que no quiere ser atrapada en la disyuntiva Keiko-Alan-PPK.
No es la coherencia (creerse lo únicos buenos del barrio), lo que determina la marginalidad, sino la incapacidad para comprender el momento político. Se me ocurre que Tierra y Libertad debería buscar el diálogo y los acuerdos concretos con el otro frente político, pero de lo que estamos llenos es de ataques que parecen imaginar que cuando desenmascaren a la otra parte, se vendrán torrentes hacia el lado de los duros y problema resuelto. Pero así como la posibilidad del triunfo de Castañeda no hizo reaccionar a los que se pelearon con Susana, que la vieron caer, mientras se mantenían con los brazos cruzados, ahora nos corremos el riesgo de que la derecha más cavernaria pase sobre nuestras cabezas y se diga que eso se debe a que los viejitos se juntaron con Simon.
Es casi tonto decirlo, de que la sociedad con Simon responde a la vigencia de su inscripción electoral. Una concesión a la realidad, se diría. Pero, ese es el único sentido en que Yehude puede servir para ampliar los aliados tanto como se pueda. Ya me he preguntado en otra parte, si el 51% que hizo ganar a Humala, con su 31% de gran transformación y 20% de antifujimorismo democrático, existe en alguna parte y puede ser representado parcialmente. Eso no se puede conseguir con una simple inscripción y una patota de partidos de izquierda, pero tampoco con una coherente marginalidad, sin recursos. Si quieren empezar a contar el final de a historia antes de las batallas principales, que así sea. Por mi parte todavía tengo esperanzas de un entendimiento.
18.04.15