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LIMA, LIMA, Peru
Experiencia Profesional 30 Años al servicio del Magisterio Peruano, Trabajo actualmente en la I.E. Nº 6065 Perú-Inglaterra Villa El Salvador - LIMA, Bachiller en Administración de Empresas Escuela Tecnológica de Administración - ETA, Licenciado en Educación Universidad "José F. Sánchez Carrión" HUACHO - LIMA, DIPLOMADO EN GESTIÓN EDUCATIVA UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS - UAP, ESTUDIOS CONCLUIDOS DE MAESTRIA EN GESTIÓN EDUCATIVA UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO - UCV

jueves, 5 de abril de 2012

Fujimorismo bruto y achorado

El fujimorismo será viable si logra democratizarse.

El fujimorismo perdió la elección 2011 porque no pudo zafarse de su lado bruto y achorado, que es el que primó en las decisiones cruciales de esa campaña, pero, si se desprendiera de este y se consolidara, simultáneamente, como un partido de derecha popular, su futuro en la siguiente lid podría ser muy diferente.

Hoy que se cumplen veinte años del autogolpe del 5 de abril de 1992 quizá sea una buena oportunidad para identificar quiénes son los representantes más notorios de ese fujimorismo bruto y achorado (FBA).

Son los que celebrarán su efeméride con mayor estridencia, sin reconocer ningún error, y refugiándose en el argumento falaz de que la solución de los graves problemas de inicios de los noventa obligó a ‘disolver, disolver’ el Congreso, a someter al Poder Judicial y a recortar las libertades.

Nada más falso, pues todas las políticas públicas que se pusieron en marcha para enfrentar a la hiperinflación y al terrorismo se pudieron haber aplicado en democracia.

Sin embargo, incluso dos décadas después, y luego de haberse visto todo lo que se ha visto, incluyendo la corrupción más amplia y profunda que haya existido en el país y, gracias a los vladivideos, mejor inmortalizada, hay un sector relevante de la población –que Ipsos-Apoyo concluye que equivale al 37%– que volvería a respaldar el autogolpe.

Ese poco más de un tercio de la población sería el bloque duro en el que se puede refugiar el fujimorismo, aquel que no tiene una convicción democrática muy sólida.

No es poca cosa ese respaldo potencial pero, como se observó en la elección 2011, es insuficiente para ganar la presidencia. Tal como lo hizo Ollanta Humala en dicho proceso, quien consolidó una votación de un tercio en la primera vuelta pero luego dio el salto para conquistar el segmento ciudadano que le faltaba con el fin de pasar el 51%, el fujimorismo necesita su hoja de ruta para no quedarse aprisionado en su ghetto actual.

Dicho salto, sin embargo, no se logra con simples declaraciones sino que requiere toda una preparación que le otorgue credibilidad, y eso pasa por un proceso de alejarse del lado bruto y achorado que lo acompaña y que en la elección 2011 tomó las decisiones principales.

Una expresión de ello es que los dos vicepresidentes del Congreso Constituyente Democrático (CCD) que se formó en 1992, luego del autogolpe –Rafael Rey y Jaime Yoshimaya–, conformaron la plancha presidencial 2011 de Keiko Fujimori.

La viabilidad política del fujimorismo pasa por volverse una derecha popular con un carácter democrático y dialogante. Si lo consigue, puede tener éxito. De lo contrario, fracasará como hasta ahora.